David Velasteguí tiene más de 10 métodos de preparación del café, en La Floresta. Foto: Diego Pallero/ El Comercio

Sabores caramelizados, frutales y florales con influencia de chocolate negro y matices de acidez cítrica son las características del café de especialidad que se cultiva en el Distrito Metropolitano.

Esta actividad convierte a Quito en la única capital en el mundo que produce un café que potencia su oferta turística. Según Guillermo Ortiz, especialista en café, la producción del Distrito está en el mejor momento, tras un proceso de cinco años liderado por la Agencia de Promoción Económica de Quito (ConQuito).

Desde este 2019, esta institución promociona una ruta turística por nueve cafeterías de la capital para experimentar los diferentes sabores alrededor del café capitalino. Los establecimientos seleccionados en esta ruta fueron: Guayasamín en la Mitad del Mundo, Fresh and Roast, Douhg La Floresta, Café Vélez, Isveglio, En – Dulce, Coffee Shop Perla Negra, Traviesa y Galetti.

En esta ruta, dos cafeterías se encuentran en el Centro Histórico, tres en La Floresta, dos en el sector de la González Suárez, uno en Cumbayá y el restante está en la Ciudad Mitad del Mundo.

Se habilitó, además, una plataforma web para conocer más sobre esta oferta de sabores en la capital. “La versatilidad del café de Quito hay que saberla aprovechar”, explica el barista David Velasteguí, quien en Café Vélez ofrece más de 10 métodos para obtener diferentes aromas del mismo producto. Sus técnicas se basan en niveles de presión, temperaturas, maceración del grano y diversidad de filtrados, para despertar los sabores más intensos.

Dentro del Distrito Metropolitano, el cultivo de café se lo realiza entre los 1 000 y 2 200 msnm. Las parroquias con cafetales son Nanegal, Nanegalito, Pacto, Gualea, San José de Minas, Guayllabamba y Lloa.

“La ventaja es que estos sembríos están cerca de la ciudad y el manejo es más empresarial con el uso de tecnologías. Desde hace cinco años, la cata es más exigente y los productores mejoraron sus procesos y la evolución se nota en la calidad del café”, agrega Ortiz. Un estudio que lideró Julio Echeverría años atrás reveló el potencial del café de Quito como imán turístico.

“En el mundo está en boga el turismo vivencial. La cultura yumbo y sus culuncos no se venden solos. El aviturismo atiende a un segmento pequeño del mercado. El café, en cambio, al ser la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, es un producto que puede articular toda la oferta del Noroccidente”, resume Ortiz.

Para Galo Morales, productor, la constante experimentación entre las alturas del terreno, tipo de tierra para sembrar y técnicas para cuidar a las plantas son parte del éxito de la producción cafetalera quiteña.

La producción de café de la finca Cruz Loma -de propiedad de Morales- que se ubica en San José de Minas, recientemente alcanzó una calificación de 90/100 en la cata realizada en Quito el pasado 26 de octubre. Su café presentó sabores florales, influencia de frutos rojos, jazmín y tonos yogurt.

Actualmente exporta su café a Australia y EE.UU. En la última cata quiteña estuvieron el hondureño Arnold Paz Mejía y el japonés Tsunehisa Tomioka. Para el primero, los perfiles del café de Quito son muy parecidos a los de Sumatra en Indonesia; mientras que el segundo está muy interesado en comercializar el producto en Magnolia Coffee Roasters, en Asia.

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