Foto cortesía/ Por Eve Crowley, representante a.i. para FAO Ecuador

Los eventos climáticos extremos han adquirido una frecuencia y duración preocupantes en los últimos años, lo que ha intensificado su impacto en todo el mundo. Estos fenómenos, además de destruir infraestructura, también afectan gravemente la capacidad de los países para producir alimentos y generar ingresos. La región de América Latina y el Caribe ha sufrido una sucesión de choques, desde la pandemia de COVID-19 hasta eventos climáticos extremos, y muchas comunidades aún luchan por recuperarse de la temporada de huracanes del 2020. Los factores previamente mencionados, de una forma prolongada, debilitan la resiliencia de la población.

Uno de los principales impulsores de estos eventos climáticos extremos es el fenómeno oceanográfico conocido como El Niño. Con un 90% de probabilidades, se prevé su retorno a la región en junio de 2023, después de tres años de La Niña. Cada episodio de El Niño puede tener influencia durante dos años, comenzando a mediados de 2023, alcanzando su máxima intensidad a finales de ese mismo año y finalizando en el primer semestre de 2024. En el episodio de El Niño 2015 – 2016, alrededor de 60 millones de personas se vieron afectadas en todo el mundo.

Durante ese fenómeno, en Ecuador las pérdidas económicas del sector agropecuario se estimaron en USD 3.5 millones con más de 2 mil productores entre medianos y pequeños, afectados. Asimismo, fue posible observar una disminución de la producción de papa debido a las altas temperaturas y exceso de humedad, según datos del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño.

Ante este pronóstico preocupante, es fundamental tomar medidas para minimizar los impactos adversos en la agricultura. Es necesario identificar los efectos potenciales y apoyar intervenciones que reduzcan el impacto en los cultivos. También son pasos esenciales considerar los momentos clave del calendario agrícola, comprender las etapas de crecimiento de cada cultivo y definir acciones que mitiguen los fenómenos climáticos adversos.

Ante este panorama, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está apoyando a los países en su preparación y mitigación de los impactos de El Niño. La generación de evidencia y la recopilación de información actualizada son fundamentales para tomar decisiones de manera informada y diseñar políticas públicas efectivas. Durante 2022, Ecuador fue uno de los países que recibió apoyo de la FAO en los ejercicios de generación de evidencia para monitorear el impacto de los choques y crisis en la seguridad alimentaria y los medios de vida agrícolas mediante encuestas a hogares. Se espera que estas acciones orienten a las autoridades hacia una toma de decisiones basada en evidencia y riguroso análisis.

 

El pronóstico de El Niño nos debe alertar y recordar la importancia de actuar con prontitud, determinación y de manera informada. Como organismo especializado de las Naciones Unidas seguiremos brindando apoyo y asistencia técnica pensando en los agricultores y ganaderos más vulnerables, a la vez que promovemos prácticas sostenibles. Solo a través de la investigación, la cooperación entre diversos actores y la implementación de medidas adecuadas podremos hacer frente a los desafíos climáticos y garantizar el bienestar de nuestras comunidades.

¡El momento de actuar es ahora!

 

 

 

 

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