No hay números aún de cuál ha sido la afectación real al sector camaronero de Pedernales que dejó el terremoto que azotó a la zona costera de Ecuador. Lo que saben propietarios, administradores y jornaleros de esta actividad es que uno de los dos pulmones que hacen vivir a esta localidad, junto al turismo, ha sido también golpeado.

La semana pasada, en Cheve Bajo, localidad ubicada a 25 minutos del centro de Pedernales, Fernando Jama, administrador de las camaroneras Campos, y cinco trabajadores más intentaban reparar dos válvulas de la tubería que lleva agua del estero más próximo para las camaroneras. El sismo afectó gravemente a estas instalaciones básicas para la producción.

Jama cuenta que él fue de los pocos que se quedó en la zona. Su responsabilidad como administrador, unida a que en Pedernales y a sus alrededores no hay mucho trabajo, le habrían hecho decidir quedarse. Pero siente miedo.

“Pedernales no existiría si no existe el camarón. Esta es la base del pueblo de Pedernales y de sectores aledaños”, comentó.

Son cada vez menos los lugares en esta ciudad en donde se puede ver gente pelando camarón, cuenta Mirtha Vera, propietaria de una casa que estaba ubicada frente a uno de estos “peladeros de camarón”. Antes del temblor, según la mujer de 62 años, era común ver en la entrada a la ciudad a decenas de personas en varias casas trabajando en estos negocios.

Estimaciones del sector camaronero en Pedernales refieren que el terremoto dejó cerca de 300 piscinas con afectaciones de distinto nivel, que en algunos casos significó hasta la pérdida del producto que estaba a poco de ser pescado.

Como un círculo virtuoso que genera una cadena de empleos es como califica al sector del camarón Marco Álvarez, administrador de las piscinas de Camilo Ramia.

Luego del terremoto, solo en este grupo se registró, según Álvarez, el rompimiento de cinco muros en piscinas, dejando 60.000 libras de este marisco depositadas en esteros.

Para Álvarez los propietarios de las camaroneras están haciendo esfuerzos para mantener en buenas condiciones a los trabajadores que han decidido quedarse. El tener dañados caminos de acceso, así como casas caídas e instalaciones afectadas está causando que incurran en gastos que antes no tenía.

“Antes comprábamos la comida para los trabajadores en el pueblo, ahora la debemos traer desde Santo Domingo. (…) También tenemos que reconstruir las casas, para que no decidan irse. (…) Pese a nuestros esfuerzos hay algunos que por temor a nuevos sismos están pensando en pescar el camarón e irse”, contó.

 

 

 

Fuente: El Universo | ElProductor.com

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