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La acción de las hormonas anabólicas (síntesis de moléculas orgánicas) y catabólicas (destrucción o degradación de dichas moléculas) causa efectos opuestos en la composición de la res, tanto en animales bien alimentados como durante una restricción nutricional.

Entre las hormonas anabólicas se destaca la hormona de crecimiento (HC), también, conocida como hormona somatotropina bovina (BST).

Esta hormona es una proteína producida por la glándula hipófisis situada en la cara anterior del cerebro. Circula en el torrente sanguíneo y tiene efectos en todo el organismo. El rango normal de HC en bovinos adultos varía entre 0.8 a 14 nanogramos por mililitro (ng/ml) y en terneros 10 a 50 ng/ml3.

La HC favorece la retención proteica (anabolismo) y la movilización de grasas, (catabolismo) aumentando la oxidación de éstas e inhibiendo a los receptores de insulina de los adipocitos, y con esto el ingreso de la glucosa a la célula.  Esta hormona es la principal determinante del tamaño animal (Webster, 1989). De ahí que cuando los niveles en sangre de la HC son inferiores a lo normal se produce un menor crecimiento y desarrollo, tanto óseo como muscular.

Este tema es muy importante cuando se expone a los terneros (120 a 220 kg peso vivo –PV-) a una restricción nutricional inadecuada (ganancias de peso inferiores a los 200 gramos diarios). Cuando ello ocurre se puede afectar a la hormona de crecimiento y, con ella, su futuro crecimiento y desarrollo.

La somatotropina bovina o BST se puede producir sintéticamente. Esta hormona se llama Somatotropina bovina recombinante (rBST) o hormona de crecimiento artificial.

Mientras que la hormona insulina promueve la retención proteica y grasa (ambos efectos anabólicos), aumentando la síntesis en los sitios respectivos, la acción conjunta de la HC y la insulina determina la composición de la ganancia de peso (Enjalbert, 1995).

Se encontró también que, la concentración de la insulina en sangre mantiene una correlación positiva con el consumo de ciertos compuestos como los carbohidratos solubles, el almidón, etc. A medida que aumenta la concentración de dicha hormona se elevan los niveles de glucosa en el plasma sanguíneo, favoreciendo la liberación de esta hormona. Un efecto contrario ocurre entre la HC y el nivel de azúcares solubles en sangre, sufriendo la primera una disminución proporcional al incremento de los niveles de azúcares en sangre (Delfino y Mathison 1991).

Otras hormonas que actúan, son los andrógenos que limitarían la regulación catabólica que tienen los corticoides en el músculo, por simple sustitución, bloqueando los receptores o a través de mecanismos que reducen el catabolismo proteico y el turnover (síntesis y degradación de la proteína). Esto permitiría incrementar la tasa de deposición proteica (García y Casal, 1992). Este efecto se observa claramente cuando se engordan animales “enteros” (toros), donde los testículos generan andrógenos naturales promoviendo una mayor síntesis muscular (proteína) y menor de grasa.

Mientras que entre las hormonas catabólicas se destacan los glucocorticoides, glucagón y catecolaminas. Estas hormonas reducen la retención proteica y grasa, inhibiendo su síntesis y favoreciendo la lipólisis o degradación de los tejidos grasos (catabolismo) y la liberación de los aminoácidos a nivel muscular (Di Marco, 1994).

Estás hormonas catabólicas actúan cuando el animal está sufriendo “hambre”, es decir, está expuesto a un déficit nutricional acentuado. Ante la falta de calidad y cantidad de alimentos (forrajes) busca generar energía, degradando la grasa corporal y proteína o aminoácidos, degradando el músculo, que serán utilizados para cubrir sus necesidades de mantenimiento.

Efectos del plano nutricional sobre la restricción y aumento compensatorio

El plano nutricional influye en la tasa de ganancia y composición química de la ganancia de peso, tanto durante el período de restricción como en el aumento compensatorio.

En este trabajo se analizará el impacto de los consumos y niveles de energía y proteína de la dieta sobre el comportamiento productivo y los efectos sobre la restricción y aumento compensatorio.

Patterson y Steen (1995) trabajaron con terneros Frison (45 kg de peso vivo –PV- al inicio, con faena seriada hasta los 550 kg).  La dieta isoproteica (igual nivel de proteína) consistió en silaje de maíz, heno de pastura y grano de maíz en distintas proporciones, con la finalidad de variar la concentración de energía metabolizable (EM) en las diferentes dietas, suministradas «ad libitum».

Al ensayo se lo dividió en 3 períodos.  Durante el primero (1 a 13 semanas) se registraron 3 consumos de energía 6.62, 4.9 y 3.66 Mcal EM/día/cabeza, para los niveles alto, medio y bajo, respectivamente.

En el segundo período (13 a 25 semanas), se usaron 2 niveles energéticos, alto y bajo (18 y 11.5 Mcal EM/día/cab respectivamente), y el tercero duró de la 25 semana a la faena, donde recibieron todos los animales el mismo plano alto de alimentación (consumo de energía superior a 22 Mcal EM/día/ cab).

Estos autores encontraron que la restricción nutricional “controlada” a edad temprana (ternero de 160 a 220 kg peso vivo –PV-), con ganancias mayores a los 200 gramos diariosno se afecta la composición de la res, siempre que el animal sea terminado en un plano nutricional adecuado, tanto energético como proteico para cada biotipo. En cambio, cuando los terneros durante le restricción pierden peso o ganan por debajo de los 200 gramos diarios, se puede afectar la liberación en sangre de la hormona de crecimiento o somatotropina, y con ella, se reduce el crecimiento y desarrollo del ternero.

Sin embargo, estos autores encontraron que cuando la pérdida de peso asociado a una subalimentación, ocurre a una edad más avanzada se reducen todos los tejidos, aunque su efecto sobre la grasa es mayor que sobre el tejido muscular.  Mientras que los huesos no se alteran significativamente.

La masa muscular se afectaría en menor proporción, al estar regulada fisiológicamente por el ímpetu de crecimiento o «lean target» (Berg y Butterfied, 1979).

Luego de una pérdida de peso (por una restricción alimenticia), al elevarse el nivel nutricional, el animal tiende a restaurar la composición normal de la res, siempre y cuando, el período compensador sea lo “suficientemente largo” (Berg and Butterfield, 1979).

Restricción nutricional “adecuada” en función de la categoría animal

Una adecuada restricción nutricional “controlada” dependerá de la categoría animal que se trate.

Los terneros (160 a 220 kg PV) deben tener ganancias de peso por arriba de los 200 gramos diarios y los novillitos o vaquillonas (220 a 300 kg PV) entre 100 a 150 gramos diarios. Y aquellos animales (novillos, vaquillonas o vacas) por arriba de los 300 kg PV pueden tener ganancia “nulas” (similar peso vivo al inicio que al finalizar el período de restricción), incluso las vacas de más de 450 kg PV pueden perder entre 100 a 200 gramos diarios. En todos los casos, cuando se mejorar la alimentación (calidad y cantidad) posterior a la restricción, recuperan casi el 100% del peso perdido.

Para lograr una adecuada restricción nutricional “controlada” no solamente se deben lograr ganancias de peso “mínimos” según categoría, como se mencionó anteriormente, sino que en todos los casos la duración o extensión del período de restricción no debe superar los 100 días. Cuando eso ocurre la movilización de tejidos para generar proteína provienen, en más del 70% de la piel y tejidos que sostienen a los órganos internos. Cuando se mejora la alimentación (calidad y cantidad) la recuperación o aumento compensatorio de todas las categorías puede llegar a casi al 100% del peso perdido, es decir, al final alcanzaría un peso similar a un animal que nunca sufrió ninguna restricción.

En cambio, cuando la restricción se extiende por arriba de los 100 días, se afectaría la masa muscular y, en este caso, aún comiendo muy bien después (período compensatorio) recupera 60 al 80% del peso perdido (Swick, 1976).

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