En medio de un cultivo de maíz amarillo duro, surge la figura de Luis Ramos, productor del sector Zapotal, en la provincia de Santa Elena. Desde hace un año cultiva esa gramínea sin usar químicos. Aplica métodos biológicos, que le ayudan a combatir plagas y enfermedades.

Luis trabajaba como empleado en una hacienda cercana antes de ser beneficiario del Proyecto Integral de Desarrollo Agrícola, Ambiental y Social de Forma Sostenible del Ecuador (Pidaasse), que ejecuta el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura

Tiempo atrás, para evitar la presencia de plagas Luis preparaba una mezcla con químicos para fumigar las plantas de maíz. La composición la envasaba en la mochila para, posteriormente, fumigar la hectárea sembrada. Esta actividad le mantenía ocupado hasta un día, y en ese proceso exponía su salud, además de que eliminaba las plagas y los insectos benéficos como polinizadores y parasitoides, que vivían en la chacra de maíz.

Pero, ahora en máximo una hora coloca huevos de insectos benéficos en sitios previamente determinados por los técnicos del Pidaasse, sin tener que exponerse a ningún producto químico. En un determinado tiempo los huevos se romperán y comenzarán a salir los adultos de los parasitoides que luego se encargarán de combatir las plagas.

A través de métodos biológicos controlan plagas en cultivos de maíz, en Santa Elena.

Este sistema de control de plagas se denomina “método biológico”. Fermín Fuentes, especialista en Sanidad Vegetal, afirma que “el control biológico es la utilización de parasitoides y depredadores (Entomófagos), así como virus, bacterias, hongos y nemátodos (Entomopatógenos), para disminuir las poblaciones de plagas en los cultivos, y tenerlo por debajo del umbral del daño económico”. Esto significa que la planta puede estar afectada, pero el rendimiento no disminuirá.

Santa Elena, eje del control biológico

En la provincia de Santa Elena se aplican métodos biológicos en 108 hectáreas de cultivos de maíz, de las zonas de Colonche, Zapotal, El Azúcar, Balsas, Manantial, Cerezal. Están involucrados alrededor de 60 productores.

La campaña la realizan contra el cogollero del maíz (Spodopthera frugiperda) y el taladrador del maíz o barrenador del tallo (Diatraea saccharalis).

Vicente Villón y Henoc Yonce, técnicos del Pidaasse, explicaron que para controlar al cogollero del maíz –en cualquiera de sus cuatro fases: huevo, larva, pupa y adulto-, por ejemplo, utilizan el insecto denominado Chrysopa. Se necesita de una media hora para aplicar 10 mil individuos por hectárea, previamente dividida en franjas, a los diez días de establecido el cultivo.

La Chrysopa se reproducirá cada 15 días, mediante la postura de huevos, que luego se convertirán en insectos, que depredarán plagas como larvas pequeñas de cuerpo blando y huevos de insectos, atacando a áfidos o pulgones, escamas, piojos harinosos, ninfas de moscas blancas, trips, ácaros, ninfas de salta hojas, arañas rojas.

Otra clase de insectos utilizado es Trichogramma, parasitoide de huevos, que en el maíz controla el barrenador del tallo y el gusano cogollero, entre otros de menor importancia.

Es un biorregulador que se lo aplica a los 20 días de nacida la planta. Se lo puede colocar de dos formas: ya adultos o en huevos de la plaga parasitados a punto de nacer, o regándolos, por los sembríos. Al agricultor le toma  media hora dejarlo en una hectárea.

Cotesia es otro de los insectos benéficos; ataca al barrenador del tallo en la fase de larvas, que es una plaga difícil de controlar. Se aplica en estado adulto como controlador. Ingresa al tallo por el pequeño hueco que deja el barrenador, y deposita sus huevos en el interior de la larva, y lo mata lentamente. En una hectárea se requiere tres pasadas, en lo que el agricultor se demoraría una media hora.

Otros medios biológicos son el Tetrastichus howardi (una avispita pequeña), y el Bacillus thuringiensis. El primero ataca a la plaga cuando está en estado de pupa o crisálidas.

Mariuxi Gómez Torres, asesora científica del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca, explicó que “el manejo integrado de plagas es una herramienta fundamental de la agricultura sustentable”, porque con el uso de los métodos biológicos “se establece un equilibrio ecológico entre las plagas, sus enemigos naturales y el agroecosistema”.

Dados los beneficios obtenidos, alrededor de 60 productores de maíz del cantón Ventanas, en provincia de Los Ríos, se interesaron en la aplicación de los métodos biológicos. En principio se dispondría de unas 60 hectáreas para hacer parcelas demostrativas, a fin de que los agricultores conozcan y apliquen el sistema.

Además, el equipo del Pidaasse trabaja en incorporar ensayos de control de plagas, con métodos biológicos,  en sembríos de melón y sandía, para en un futuro diversificarlo a otros cultivos.

Ventajas de los métodos biológicos

Ecológico:
Existe menos contaminación, lo que favorece el crecimiento de la fauna benéfica, para que haya controladores naturales, que estén constantemente cumpliendo sus ciclos en las áreas.

También favorece la nutrición del suelo con la protección de la micro flora del suelo, y las plagas no crean resistencia al producto.

Social:
El productor no se expone a pesticidas, y el consumidor lleva productos sin contaminación química; mejora la calidad de vida del hombre.

Económico:
Se estima que el costo de producción de una hectárea de maíz, con químicos, alcanza aproximadamente 1.200 dólares, mientras que con el uso de métodos biológicos el costo bordea los 900 dólares.

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