Hasta mediados de la década de los 90`s el maíz amarillo duro fue, en el Ecuador, un cultivo de pequeños agricultores. Su siembra y cultivo es, para muchos habitantes del agro costeño, una costumbre ancestral y fuente de reserva alimenticia. La venta de excedentes venía por añadidura. La industria de alimentos balanceados importaba, en ese entonces, más maíz del que adquiría localmente puesto que la producción local no alcanzaba para satisfacer la demanda. La mayor parte de las siembras se la hacía con semilla nacional reciclada, alguna de variedades del INIAP y otra de materiales autóctonos. Los rendimientos máximos que se esperaba, recuerdo, eran de 4 tm por Ha. Es desde inicios de los 80´s cuando unas pocas empresas importadoras y distribuidoras de insumos agropecuarios comenzaron a ofrecer semilla híbrida de maíz, con mayor potencial de rendimiento, en pequeñas cantidades. No había, en esos años, muchos agricultores tecnificados dispuestos a comenzar a sembrar maíz comercialmente. Poco a poco y en la medida que fue creciendo la avicultura y la demanda por carne de pollo, que comenzó a dejar de ser un lujo, también fue creciendo la necesidad industrial del grano y con ello más empresas se sumaron a la importación de semillas híbridas y más agricultores tecnificados descubrieron en el maíz un cultivo rentable a gran escala. El maíz nacional competía en precio con el maíz importado.

De acuerdo a la información oficial en 1990 la superficie sembada con maíz amarillo duro en el litoral fue de 274.000 Ha y la producción de 374.000 tm (1,36 tm/Ha); en el 2000 la supeficie avanzó a 320.000 Ha y la producción a 544.000 tm (1,7 tm/Ha); en el año 2010 el área fue de 440.000 Ha y la producción de 984.000 tm (2,23 tm/Ha) y para este año se espera la siembra de alrededor de 232.000 Ha y una producción de 1,3 millones de tm (5,6 tm/Ha). La productividad ha aumentado 4,3 veces en 30 años.

En 2012, como un acuerdo tripartito, que se convirtió luego en el Acuerdo Ministerial 134 de 2013, entre los productores, la industria y el MAG, se acordó la meta de llegar a ser autosuficientes en maíz, a mejorar rendimientos y a reducir costos y precio por quintal para ser competitivos. Si bien prácticamente hemos alcanzado la meta de ser autosuficientes, no la hemos alcanzado en lo de ser competitivos.

La cadena agroindustrial maíz – proteína animal enfrenta ahora el reto de poder  competir con las cadenas de nuestros futuros socios comerciales como son Perú, Colombia, Chile, México y Estados Unidos. Volvernos más competitivos es una obligación y no una opción. De otra manera toda la cadena estará en riesgo en el plazo de unos cuantos años. Nuestro maíz está costando de 25% a 30% más que el internacional.

En este momento de la historia maicera del Ecuador es cuando nos corresponde hacer una minga por la productividad y eficiencia en el cultivo. Hacer todo el esfuerzo para que nuestros agricultores reciban una mejor transferencia de conocimientos prácticos en las labores culturales concretas que más incidencia tienen en la productividad y reducción de costos unitarios (costos por qq). Dos factores son fundamentales y en ellos radica el éxito o el fracaso a futuro, seguir produciendo maíz o importarlo, la mejor genética de la semilla y la mejor nutrición o fertilización del cultivo. Independientemente de si se siembra con sembradora o con espeque. En ambos niveles tecnológicos se puede obtener altos rendimientos. Eso está ya demostrado. El agricultor no puede seguir conformándose con sembrar semilla de mediano potencial de rendimiento ni “ahorrando” en la fertilización. Se debe apuntar a semilla de 10 tm/Ha o más y a una fertlización acorde. Recordemos que se requiere 22 Kg, 8 Kg y 5 Kg de N, P2O5 y K2O respectivamente por Ha (referencial promedio) por cada tm de maíz esperada. Si esperamos 10 tm no podemos aplicar menos de 220, 80 y 50 Kg de cada macro elemento por Ha. Eso tiene que saberlo y aplicarlo el agricultor. No lo podemos engañar vendiéndole la mejor semilla sin advertirle de las necesidades de nutrición que tiene. Ese es nuestro reto ahora. Lógicamente habrá que afinar también el control de malezas, plagas y enfermedades. La acción de las casas comerciales de insumos, importadoras y distribuidoras, cobra relevancia en este momento. Optimizar sus precios de venta y ser responsables en sus recomendaciones.

Jorge Josse, director ejecutivo
Asociación de Productores de Alimentos Balanceados (Aprobal).

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